El arzobispo de Santa Cruz, monseñor René Leigue, observa una sociedad boliviana entristecida que vive entre la ira y los arrebatos, provocados por la amargura, la maldad y los insultos entre personas que prefieren pensar mal del prójimo en lugar de recibir a Jesús como el pan vivo bajado del cielo.
Durante su homilía dominical, citando a Pablo, mencionó que cuando no se evitan las amarguras y se prefieren los gritos, se entristece el Espíritu Santo, el cual nos da la fuerza para reconocer a Jesús como el Hijo de Dios.
“A veces hay personas que abren la boca solamente para insultar. Sale chispa de sus palabras, como si no hubiera otra manera de pensar del prójimo. Siempre piensan mal de la otra persona. Nunca ven las cosas positivas del otro”, comentó.
“Hoy en día estamos así en nuestra sociedad. Nos estamos alimentando no de Jesús, sino de otras cosas que nos impiden mirarnos entre nosotros como verdaderos hermanos, hijos de un solo Padre. Nos estamos viendo como enemigos”, dijo el prelado.
Afirmó que, por eso, nuestra realidad y nuestras situaciones se agravan cada vez más, ya que a veces no somos capaces de escuchar al otro. «Pensamos que tenemos la verdad, pero el Señor nos ha puesto a cada uno de nosotros con nuestra manera de ser, nuestra manera de hacer las cosas y de decir las cosas, para ayudarnos mutuamente», indicó.
El arzobispo pidió retomar la actitud de escucharse y perdonarse unos a otros, dejando de lado los insultos y el juicio negativo.
“Si lo entendemos así, entonces estamos en el camino correcto que nos ofrece el Señor. De lo contrario, hacemos nuestro propio camino, y al hacerlo, podemos llegar a un punto en el que no sabemos hacia dónde ir”, puntualizó.
Fuente: Erbol