Esta enfermedad es una amenaza seria para la visión en pacientes inmunodeficientes. El nuevo medicamento también busca prevenir su aparición en poblaciones vulnerables.
La retinitis por citomegalovirus (CMV) es una infección viral que puede llevar a la ceguera si no se trata adecuadamente. Afecta principalmente a personas con sistemas inmunológicos débiles, como aquellas que viven con VIH/SIDA, quienes tienen una probabilidad del 50% de presentar sintomatología ocular, individuos en terapia inmunosupresora para cáncer o leucemia, y receptores de trasplantes de órganos.
¿Cómo actúa el virus? El CMV afecta directamente la retina, la capa del ojo encargada de detectar la luz y transmitir estímulos visuales al cerebro. Los síntomas de la retinitis por CMV pueden comenzar con una visión borrosa que se desarrolla lentamente a lo largo de varios días, lo que puede llevar a la pérdida de la visión periférica (lateral). En algunos casos, los síntomas comienzan con un punto ciego en el centro de la visión y pueden avanzar hasta la pérdida de la visión central o la pérdida de la visión detallada.
Droguería INTI, a través de su línea de genéricos Pharmandina, presenta a la población Valganciclovir 450 mg, un nuevo antiviral indicado tanto para la inducción como para el mantenimiento de infecciones por Citomegalovirus, virus responsable de múltiples enfermedades como la retinitis por citomegalovirus en pacientes adultos.
“El citomegalovirus (CMV) es una de las causas más comunes de complicaciones en pacientes inmunodeficientes y es, esencialmente, una enfermedad transmisible sexualmente, a través de transfusiones de sangre, de madre a hijo o mediante trasplantes de órganos. El Valganciclovir es el primer tratamiento sistémico oral disponible en el país y llega para brindar salud a estos pacientes que viven con la enfermedad”, explica Fernando Álvarez, asesor científico de Droguería INTI.
El nuevo antiviral de Pharmandina se presenta en blísteres unidosis precortados e incluye toda la información relevante del medicamento como la denominación del producto, el lote, la fecha de caducidad, la vía de administración y el código de seguridad. “Esto, sin duda, ayuda a reducir los errores en la dispensación en las farmacias hospitalarias y evita el corte manual del blíster para facilitar la trazabilidad del preparado”, concluye Álvarez.